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La evaluación inicial en el marco del aprendizaje competencial

23 de septiembre de 2024

Con el inicio del curso escolar, una de las primeras tareas que los docentes realizan es la implementación de actividades que permiten obtener información sobre el nivel inicial del alumno. Esta información se utiliza como base para la primera sesión de evaluación del equipo docente, la de evaluación inicial, donde se comparte con el resto de los profesores que imparten clases a los mismos alumnos.

Entre las distintas sesiones de evaluación que se desarrollan a lo largo del curso, la de la evaluación inicial es, sin duda, la más importante. Esto se debe a que de ella se obtiene el diagnóstico inicial del alumno, sobre el cual se diseñarán las medidas y apoyos necesarios para asegurar un progreso adecuado durante el curso. No obstante, estas medidas pueden ajustarse a lo largo del año en función del rendimiento académico, con el objetivo de que los estudiantes alcancen los objetivos de la etapa y las competencias clave, pilares fundamentales de la Educación Primaria y la Educación Secundaria Obligatoria según el diseño curricular derivado de la LOMLOE.

A pesar de la importancia de esta primera evaluación, en mis casi veinte años dedicados a la preparación de oposiciones docentes, rara vez he visto a un aspirante incluir, entre sus unidades didácticas de preferencia, la primera de la programación, donde la evaluación desempeña inicialmente un papel decisivo.

¿Por qué sucede esto?

Aunque no he realizado un estudio formal al respecto, intuyo que la causa está relacionada con la dificultad de llevar a cabo una evaluación inicial verdaderamente formativa. A diferencia de otras evaluaciones del curso, la evaluación inicial no se traduce en actas con calificaciones cualitativas o cuantitativas. Además, en muchos casos no existe un procedimiento claro que defina qué información relevante debe extraer cada docente ni cómo compartirla de manera eficaz con el resto del equipo para implementar las medidas.

Una manera efectiva de realizar esta evaluación inicial, dentro del marco de aprendizaje por competencias que promueve el currículo actual (vigente desde la LOE de 2006 con la incorporación de las competencias básicas), es determinar de antemano cuáles son las competencias clave que el equipo docente pretender evaluar. Para ello, se puede tomar como referencia los resultados académicos del curso anterior o el informe final de etapa, en el caso del 1.er curso de la ESO.

Una vez decididas las competencias, cada docente debería diseñar actividades de aprendizaje específicas para su área o materia, con el fin de extraer información útil sobre el desempeño competencial de cada alumno. Esta información se compartiría posteriormente con el resto del equipo docente. Para facilitar este proceso, sería recomendable celebrar una reunión de inicio de curso, donde se concretasen, entre otros aspectos, los indicadores competenciales que se utilizarán para obtener y compartir información entre las distintas especialidades, así como el procedimiento para que compartir dicha información que dotara de agilidad el desarrollo de la propia sesión de evaluación inicial del equipo docente. El objetivo no es emitir una calificación, aunque podría hacerse, sino establecer niveles de desempeño claros que hagan que la información compartida sea verdaderamente útil.

No cabe duda de que este enfoque supone un cambio en las dinámicas tradicionales de muchos centros educativos. En ocasiones, la sesión de evaluación inicial se celebra sin tener claros los asuntos que se deben tratar o, lo que es más grave, sin contar con información objetiva que permita tomar decisiones fundamentales a nivel de equipo docente.

Este artículo no pretende detallar un procedimiento específico. Aquellos que han asistido a alguna de mis formaciones y ponencias sobre evaluación formativa en el marco de la LOMLOE ya habrán oído hablar de ello. Sin embargo, sí busca invitar a la reflexión sobre si la evaluación inicial que estamos realizando se ajusta al enfoque competencial del aprendizaje y si valdría la pena que la unidad didáctica de preferencia que se extrae del sorteo en la segunda prueba de la oposición fuese aquella que incluya actividades de evaluación inicial

Es, sin duda, un riesgo por su novedad. Pero, a veces, ¿por qué no correr ese riesgo?

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